INTRODUCCIÓN A LA VIDA DE RAMSÉS
¿Qué es la eternidad?, la respuesta está en las pirámides y en Egipto, muchos dirían, y así es, pero también podemos hallar respuesta en Ramsés II, El faraón, el Guerrero, el constructor, aquél que vivió y vive un amor eterno con su amada Nefertari.
Un ser humano, ¿o un Dios?, capaz de vivir una vida de hasta 92 años, cuando la esperanza de vida en su Egipto no sobrepasaba la cuarentena.
Su huella en el tiempo es innegable, pero con el tiempo se ha deformado muchas cosas de su figura, por intereses, así pues en este artículo desterremos la idea de que Ramsés II fue el Faraón del Éxodo de la Biblia, nos adentraremos en la vida del rey de reyes, sus vicios, sus virtudes y todo aquello que marcaron a un ser que en sus días fue considerado un Dios.
CONTEXTO HISTÓRICO
Para entender a Ramsés II y su época debemos aclarar primeramente algunos términos y difundir algunos concepto.
Para conocer la Historia Egipcia, una de las formas más recurrente y más trascendente, es a través de Manetón, un sacerdote egipcio originario de la ciudad de Sebennitos, en el delta, que en el siglo IIIa.C. escribió una obra en tres volúmenes titulada Aegyptiaca en griego por encargo del Ptolomeo II Filadelfo, pero que desgraciadamente se ha perdido.
A través de otros autores, conocemos, en parte, el contenido de dicha obra, así por ejemplo, dejó claro un término importantísimo como es el de las Dinastías faraónicas.
Cuando hablamos de «dinastía» en términos de historia europea hablamos de una familia reinante, pero una dinastía faraónica no tiene forzosamente que coincidir con una familia reinante autóctona.
Puede serlo, por ejemplo, si se trata de familias reinantes que conforman una dinastía extranjera como los reyes etíopes o los reyes persas. En general, el último rey de una dinastía egipcia autóctona, es el hermano, el padre, o un pariente más o menos lejano del primer rey de la dinastía siguiente.
Una dinastía faraónica, en definitiva, es una secuencia convencional de reyes que ha sido determinada en función de criterios distintos del familiar. Por ejemplo, en función de la capital
El Imperio Nuevo
El Imperio nuevo, también llamado Reino Nuevo o como el Imperio egipcio, es el período en la historia del antiguo Egipto que transcurre entre los años 1550 a.c y terminando 1070 a.c, que abarca las dinastías XVIII, XIX y XX de Egipto.
El imperio Nuevo (1570–1070 BC) fue precedido por el segundo periodo intermedio y fue sustituido por el tercer periodo intermedio de Egipto.
Fue el periodo más próspero de Egipto y marcó el cenit de su poder.
Ramsés II pertenece a la llamada Dinastía XIX, fundada precisamente por el abuelo Ramsés I. Hay que tener en cuenta que ya el final de la dinastía XVIII se trataba de restaurar la Maat tras el gobierno de Akhenatón y fueron faraones surgidos del ejército, quién llevaría acabo la labor.
Así por ejemplo, Horemheb (1323-1295), personalidad salida del ejército, del que se conocen unos edictos que intentan poner orden con mano dura. Es probable su participación en las anteriores guerras contra los hititas además se sabe que realizó, durante su reinado, expediciones contra ellos y que fue derrotado.
Horemheb murió sin descendencia, por lo que el trono pasó a Ramsés I (1295-1294), que era visir y un destacado general del ejército. Ramsés I, al parecer, pertenecía a una familia de origen hicsos de Avaris.
Su reinado duró apenas un año, pero fundó, como hemos dicho, la dinastía XIX. La mayoría de sus miembros, tal como Ramsés, fueron comandantes del ejército del faraón anterior y sus corregentes.
A Ramsés lo sucedió su hijo Sethy I (1294-1279). Su reinado continuó la pacificación de las regiones fronterizas, completamente dejadas de lado durante el reinado de Akhenatón. Reconquistó gran parte de Canaán, y realizó expediciones en Siria, bajo el poder hitita, y en Libia.
VIDA DE RAMSÉS
Usermaatra Setepenra – Ramsés Meriamón, Más conocido en nuestros días como Ramsés II, -Amen User-Maat-Ra Setep-en-Ra- que significa “Nacido de Ra, Amado de Amón, La Justicia de Ra es Poderosa, Elegido de Ra”.
Ramsés II fue uno de los gobernantes más destacados y recordados del Antiguo Egipto. Bajo su mando, florecieron y llegaron al nivel más prestigioso elementos como la economía, la administración, la cultura o el ejército. Nació en el año 1303 antes de Cristo.
Sus padres eran Seti I y la reina Tui; su abuelo fue el faraón Ramsés I. Durante su infancia vivió en Luxor junto con sus hermanos. Allí fue educado para ser el futuro heredero además de enseñanzas como astronomía, matemáticas, geometría e incluso religión.
Cuando cumplió 10 años se le nombró heredero al trono además de comandante en jefe del ejército. Cuando llegó a la edad de 16 años continuó su educación política gracias al acercamiento a Seti I. Comenzó a participar en campañas bélicas y nació una de sus mayores aficiones, la construcción de edificios, gracias a la supervisión de las construcciones de Abidos.
Sin duda estamos ante lo más parecido a un Dios que podemos encontrar en la historia de Egipto. Su reinado de 66 años interrumpidos, nos hace una idea de su poder absoluto sobre su pueblo y su increíble resistencia física. Llegó a vivir 92 años, algo impensable para la época, donde la esperanza de vida apenas alcanzaba los 30 años de edad según las investigaciones y hallazgos de los egiptólogos, ya que una gran parte de la población podía sufrir problemas gastrointestinales debido al consumo de agua procedente del Nilo.
Pero… ni siquiera en esto Ramsés II fue único, el récord en el trono de Egipto no son los 66 largos años de Ramsés II, si no los 94 años del faraón del imperio antiguo, Pepi II, el cuál de una forma sorprendente vivió 100 años. Lo que propició la caída del imperio Antiguo, algo parecido a lo que le sucedería a Egipto al terminar el largo reinado de Ramsés II.
Otro hecho que seguro causaría una gran impresión, y no sólo al pueblo de Egipto, si no a los enemigos de Egipto, fue su impresionante altura para la época y fortaleza. Algunos análisis han determinado que pudo medir entre 1,80 y 1, 85 metros en vida (la momia actualmente mide unos 170 cm). Si tenemos en cuenta que la estatura media entre los hombres por aquél tiempo era de 159 cm y de 153 entre las mujeres, estamos sin duda ante un gigante para la época, un Dios.
Las sorpresas físicas del Gran Ramsés II, no acaban ahí, ya que sorprendentemente era pelirrojo y este hecho lo llevo a obtener gran popularidad, ya que en el antiguo Egipto se veneraba al dios Seth, quien se pensaba que era pelirrojo y la familia de Ramsés se autoproclamaba descendiente del dios Seth. Para defender su reclamo se basaban en su color de cabello. Los pobladores del antiguo Egipto en verdad creyeron que Ramsés II era descendiente del dios Seth, por esta razón fue más adorado que el resto de los faraones.
Otro de los aspectos característicos del faraón, fue su prominente nariz, que le confería un aspecto majestuoso. Tan orgulloso estaba de su nariz que una vez muerto, al momificarlo, la nariz se rellenó con semillas para que conservara su prominencia.
Quizás más difícil es saber cómo era a otros niveles Ramsés II, desconocemos cómo era su carácter y forma de tratar al pueblo, algunos historiadores han dicho de él que era poco menos que un monstruo, tanto a nivel personal como con su comportamiento déspota hacia el pueblo, superando incluso la distancia que existió entre el Faraón Keops, artífice de la Gran pirámide y su pueblo. Llegando a prostituir a su propia hija para recibir fondos y acabar la gran pirámide, aunque quizás hay mucha leyenda, como en el caso de Keops, que es sabido su enfrentamiento con el clero, el cuál intentó con el paso del tiempo manchar el nombre del propio faraón, con algunas verdades y muchas injurias.
No cabe duda de algunas que Ramsés II era un libidinoso. De entre todos los documentos que tenemos, el más conocido es el papiro de Turín nº 55001 perteneciente al reinado de Ramsés II. No fue publicado hasta el año 1973 por su marcado contenido erótico, y es que los dibujos allí inscritos no parecieron ser del gusto más refinado de los primeros egiptólogos, incluyendo al propio Champollion. El papiro hace una breve reseña de las costumbres de Ramsés. Se describe como las muchachas recién llegadas a palacio hacían todo lo posible por hacerse con los favores de su faraón. Así, se presentaban ante él y tras un estimulante strip-tease se acercaban a su señor, abriendo los muslos y mostrando todo aquello que el rey se perdería si las llegara a rechazar. Seguidamente, Ramsés, harto de tan “insulso” desfile de modelos, organizaba algo mucho más excitante para su calenturienta cabeza: hacía entrar en el gran salón del palacio carros repletos de muchachitas en las posturas más inverosímiles, gritando y jadeando como auténticas bestias en celo.
No es de extrañar que tuviera más de 153 hijos aunque algunos historiadores dicen que son más de 200. Tuvo 7/8 Esposas Reales y numerosas secundarias y concubinas. Según las crónicas tuvo el harén más numeroso del Mundo Antiguo.
Contrajo matrimonio cuando tenía 17 años con Nefertari, con quien tuvo a su primer hijo llamado Amonherunemef. Pero no sólo tuvo una esposa, sino que tomó varias en los años venideros. Como segunda esposa tomó a Isetnefret, con quien tuvo un hijo llamado Ramsés. Como tercera esposa tuvo a su hermana Hentmire, para conservar la pureza de la sangre real. Después contrajo matrimonio con una de las hijas que había tenido con Nefertari, Merytamón. Por último se casó con Bentanat, hija de Isetnefret.
No hay que olvidarse de mencionar el asunto del Incesto, presente en la vida de Ramsés II. No en vano se casó y tuvo relaciones con al menos tres de sus propias hijas de las que nacieron nuevos hijos. El incesto estaba mal visto en el Egipto antiguo para el pueblo, pero no así para la familia real. Cabe recordar que los dioses Osiris e Isis, eran hermanos y aún así, juntos tuvieron un hijo, Horus. Así pues el incesto era una forma de perpetuarse en el poder, una maniobra política, cuyo destino era aparte de saciar la sed sexual del faraón, asegurar fieles a su causa .Exactamente igual, podemos decir de tan elevado número de hijos, (más de 150), una forma de poder dejar en los puestos de poder a gente de la confianza del soberano.
Seti I el amado padre de Ramsés, falleció en junio del año 1301 antes de Cristo. Ramsés II, contaba por entonces con 25 años, siendo nombrado faraón del Alto y Bajo Egipto. Sus primeras medidas se centraron en mantener la paz dentro de Egipto. Para ello dejó claro a los sacerdotes del dios Amón que él ejercería todos los poderes, nombrando como sumo sacerdote a una persona de toda confianza, Nebumenef.
Comenzó a realizar grandes construcciones, en una fiebre inagotable, que analizaremos en un punto posterior. Como el templo de Luxor dedicado a Amón-Ra y el inicio de la construcción del Rameseum en la colina Sheij abd el Gurnah.
También es recordado por sus ansias expansionista, para recuperar el máximo esplendor de Kemit, Esto produjo un enfrentamiento con el rey de de los Hititas, Muwattali, que duraría casi 20 años. Para reforzar su poder se hizo firme en los territorios de Libia y Nubia y consiguió llegar hasta Biblos. Muwattali estableció una alianza con los gobernantes de Asia Menor y Siria. Finalmente se enfrentaron en la famosa batalla de Kadesh en el año 1295 antes de Cristo , batalla que diseccionaremos con atención en otro apartado, pues marcó sin duda el ser o no ser de Ramsés II y buen amuestra de quién fue en realidad el llamado Rey de Reyes.
Gracias a este triunfo, Ramsés se dedicará a reconquistar las antiguas fronteras en tierras asiáticas y africanas. Hubo revueltas en lugares como Canaán pero rápidamente fueron sofocadas. Por el lado asiático llegaron hasta el río Orontes. Asimismo, gracias al enfrentamiento existente entre los sucesores de esos territorios, logró tomar el puerto de Ascalon y Jaffa y cada vez pudo penetrar más en Siria. Tras terminar esta parte de la conquista, decidió marchar para volver a ocuparse de sus territorios en África.
Tras unos años de paz, surgen de nuevo revueltas en las zonas asiáticas, por lo que resurge el enfrentamiento entre Egipto y Hatti. En ese momento, Babilonia se alía con los hititas, por lo que se produjeron nuevos enfrentamientos militares que dieron la victoria a los egipcios. Estos enfrentamientos terminarían con la firma de un tratado de paz entre Ramsés II y el rey Hattusil de Hatti, marcando la frontera en el río Orontes. Otro de los puntos que se especificaba en el tratado era la ayuda mutua en caso de ser atacados.
El tamaño del territorio gobernado por Ramsés II era inmenso, por lo que mandó construir una nueva ciudad en la zona de Tanis a la que llamaría Per-Ramsés, convirtiéndola en la capital, dejando a Tebas, anterior capital, alejada del ambiente político. Así conseguía alejar el poder de los sacerdotes de Amón-Ra que residían en la ciudad de Tebas.
Cuando se cumplían 33 años de su reinado, decidió contraer matrimonio con la primogénita del rey Hattusil, Mathorneferure. Además, Hattusil le ofreció una segunda hija, que se convirtió en su concubina. De esta manera se mantendría la paz con el rey de Hatti.
Los últimos años de reinado, fueron sin duda lo que provocó en cierta manera el final del cenit de Egipto y del imperio nuevo, la debilidad , por la longevidad del Faraón, llevaron a Kemit al límite, con el Clero de Amón recogiendo el poder a pasos agigantados, con las fronteras cada vez más difícilmente controlable y debido a la fiebre constructora, dejaron un Egipto, exhausto durante generaciones.
A pesar del llamado ritual Heb Sed, o jubileo real que fue la más importante ceremonia que haya practicado el propio faraón.
Fue conocida desde el Imperio Antiguo esto está documentado en el patio del complejo de Sakkara entre otros relieves. Además figura en la Piedra de Palermo desde las primeras dinastías. A pesar de todo, No existe documento alguno que relate esta fiesta.
Pero conocemos algunas cosas más de dicho evento:
El rey como soporte de todo el reino se suponía que se desgastaba con el paso del tiempo, por lo tanto era necesaria una renovación para evitar la pérdida de esos poderes. Se repetían las ceremonias que se llevaron a cabo durante la coronación y se realizaba cada 30 años. Sabemos hoy en día que, por ejemplo, Amenofis III celebró tres fiestas Sed, y 14 llevó a cabo Ramsés II.
Se cree que este jubileo se celebraba cada 30 años independientemente de la fecha de subida al trono, por eso algunos historiadores aseguran que un faraón podía celebrar su fiesta al poco tiempo de asumir el poder.
También se cree que una enfermedad del faraón o algún caos que amenazara el reinado, por ejemplo la falta de crecida del Nilo, era motivo de celebración de la fiesta Sed. Duraba alrededor de cinco días.
Uno de los rituales más importantes era el enterramiento de una estatua personificando al viejo rey. Después se realizaba una procesión con el monarca cubierto por un manto de Osiris para, más tarde, celebrar otras ceremonias en presencia de la Esposa real, de sus hijos y su harén.
La parte fundamental de la fiesta era la “erección del pilar djed”, acto que aludía a la resurrección de Osiris y con el que se quería procurar al faraón un reinado estable “por millones de años”.
Para ello era necesario que fuera el propio rey quien levantara el pilar.
Más tarde el rey procedía a visitar, en compañía de su séquito, las capillas de los dioses, en especial la de Ptah. Posteriormente realizaba una carrera entre dos marcas, delimitando así simbólicamente su territorio.
Por último, era ungido con las dos coronas del Alto y el Bajo Egipto, visitando los santuarios junto con a los estandartes de los dioses. El acto final eran diversos ritos y un fastuoso banquete.
En conclusión podemos decir que estamos pues ante un narcisista, un dominador de la propaganda en su propia favor, un constructor casi enfermizo, usurpador de otros monumentos y estatuas de otros faraones, un devorador sexual, pero también ante un gran constructor, un faraón valiente, y como veremos, un hombre enamorado de una mujer, Nefertari.
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RAMSES II. ¿EL FARAÓN DEL ÉXODO?
Parece imprescindible ahondar en uno de los capítulos más conocidos y que se le atribuyen a Ramsés II, y no es más ni menos que ser uno de los protagonistas del “Éxodo”, el faraón del Éxodo Bíblico. Pero quizás es importante conocer otras teorías que casi descartan que fuera Ramsés II el rival de Moisés.
Así pues en la próximas líneas intentaremos dar datos para averiguar si el éxodo es real, y quién fue el Faraón que supuestamente tuvo que liberar al pueblo “Elegido”.
La Biblia, en concreto en el antiguo testamento, formado por el pentateuco (cinco libros), en su segundo libro nos habla del Éxodo, una narración de la esclavitud de los hebreos en el antiguo Egipto y su posterior liberación gracias a Moisés para buscar la Tierra prometida , vagando durante 40 años por el desierto.
Mucho se ha discutido la historicidad de dicho evento, pero sobretodo se duda de las fechas en que ocurrió y el faraón que tuvo que librar al Pueblo Hebreo.
Actualmente el cine se ha encargado de que creamos que Fue Ramsés II el faraón que sucumbió al dios de los Judíos. Pero nada más lejos de la realidad, otros expertos han afirmado que fue el hijo de Ramsés II , Merneptah, otros abogan por Tutmosis III, pero hay una teoría fascinante que vincula dicho hecho con el faraón Amosis ( Ahmose I), fundador de la Dinastía XVIII , del imperio nuevo , reinando aproximadamente entre 1550 a 1525 ac.
Ahmosis, considerado el faraón que expulsó a los hicsos, cuya estela fue hallada en 1947 y en la que menciona tormentas y plagas, dejando al descubierto uno de los pasajes más recordados de la Biblia, aquél en el que Moisés intercesor del Dios de los Judíos hace caer sobre Egipto las famosas plagas.
No hay que olvidarse que Cuando Ahmosis llega al poder, su padre Sekenenré Tao II “El Bravo” había combatido contra los semitas hasta morir en una de las batallas.
Ahmosis tuvo que vivir en una época de enfrentamientos y, según la estela y otros documentos, de catástrofes naturales que debieron quedar en el recuerdo de los egipcios y más aún de los judíos.
Las coincidencias no acaban aquí, Ahomosis en Egipcio significa “hijo de la luna”, pero en hebreo, significa, literalmente ”hermano de Moisés”.
Durante su mandato el corredor Sirio-Palestino aún no estaba bajo dominio egipcio; luchó contra los semitas que estaban en Egipto y que se consideraban “cautivos”; tuvo que negociar la salida de ellos hacia Canaán; vivió una época marcada por una serie de catástrofes naturales y, finalmente, persiguió a los semitas hasta más allá de las fronteras de Egipto, ningún faraón posterior reúne todos estos requisitos.
LAS PLAGAS CONFIRMADAS POR LA ARQUEOLOGÍA Y LA SISMOLOGÍA.
Sin alejarnos durante mucho más tiempo de la figura de Ramsés II, es importante aclarar más a fondo esta vinculación del éxodo con Ahmosis, añadiendo por ejemplo que la mujer de este faraón, se llamaba Ahmés Nefertari, lo que resulta interesante, porque según la tradición, la reina del Éxodo se llamaba Nefertari, lo que ha hecho creer a muchos que se trataba de la segunda esposa de Ramsés II, o incluso de Nefertiti.
Pero quizás una de las pruebas más impactantes, reside en probar la existencia de las plagas bíblicas, enclavadas durante el reinado de Ahmosis.
Las plagas tuvieron lugar hacia el 1550 a.C. aunque la Sismología no tiene claro la fecha exacta y lo sitúa entre 1600 y 1500 a.C, la Arqueología y los nudos de algunos árboles milenarios confirman que aproximadamente en 1550 a.C tuvo lugar una terrible explosión volcánica que arrasó la cultura minoica y provocó grandes catástrofes en los territorios del Mar Mediterráneo. La isla de Santorini (o Tera, en Grecia) es en la actualidad una pequeña parte de Egipto que se encuentra sólo a setecientos kilómetros de Santorini y en aquella época sufrió, sin poder comprender qué estaba pasando, las terribles consecuencias. En los restos de Avaris se ha encontrado piedra pómez.
De esta manera y gracias a que una serie de plagas, siguiendo los pasos de la Bíblica, azotó en 1986, al lago Nyos, ( Camerún), nos da pistas uniendo cabos que las plagas fueron posible.
Primera plaga: La transformación del agua en sangre
“… Moisés y Aarón hicieron lo que Yahvé les había mandado: alzó el cayado y golpeó las aguas que hay en el río en presencia del Faraón y de sus servidores, y todas las aguas del río se convirtieron en sangre. Los peces del río murieron, el río quedó apestado de modo que los egipcios no pudieron beber el agua del río; hubo sangre en todo el país de Egipto.”
Éxodo 7: 20-21(capitulo 9 versiculo 20 al 21)
Así en la primera plaga donde el agua se convierte en sangre, reside en la explicación científica que al moverse las placas tectónicas debido a los primeros temblores, se liberó el gas subterráneo de las aguas, que se tiñeron de rojo sangre debido al óxido de hierro emanado. La herrumbre provocó la falta de oxígeno. Los peces murieron, pero las ranas, que son anfibios, salieron a tierra firme, lo que constituyó la segunda plaga.
Segunda plaga: Lluvía de anfibios
“Dijo Yahvé a Moisés: `Di a Aarón: Extiende tu mano con tu cayado sobre los canales, sobre los ríos y sobre las lagunas, y haz que suban las ranas sobre la tierra de Egipto.´ Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto; subieron las ranas y cubrieron la tierra de Egipto.”
Éxodo 8: 1-2
Tercera plaga: …y el polvo se convirtió en mosquitos
“…Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra; y hubo mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos sobre todo el país de Egipto. Los magos intentaron con sus encantamientos hacer salir mosquitos, pero no pudieron…”
Éxodo 8: 13-14
Cuarta plaga: De los mosquitos a los tábanos
“…`mira que voy a enviar tábanos contra ti contra tus siervos, tu pueblo y tus casas (…) Pero exceptuaré ese día la región de Gosen, donde está mi pueblo, para que no haya allí tábanos…´(…) Así lo hizo Yahvé, y un enorme enjambre de tábanos vino sobre la casa del Faraón y las casas de sus siervos; y toda la tierra de Egipto; la tierra fue devastada por los tábanos.”
Éxodo 8: 17-20
La tercera y cuarta plaga , la aparición de moscas y tábanos , es una respuesta de la naturraleza a la segunda plaga, los animales muertos a causa de la toxicidad, provocaron su apaarición.
Quinta plaga: La peste
“…la mano de Yahvé caerá sobre tus ganados del campo, sobre tus caballos, sobre los asnos (…) Al día siguiente cumplió Yahvé su palabra y murió todo el ganado de los egipcios; más del ganado de los israelitas no murió ni una sola cabeza.”
Éxodo 9: 3-6
La falta de agua, tuvo como consecuencia la falta de higiene y aparición de epidemias.
Sexta plaga: Las úlceras
“Tomaron, pues, hollín de horno y presentándose ante el Faraón lo lanzó Moisés hacia el cielo, y hubo erupciones pustulosas en hombres y ganados.”
Éxodo 9: 10
En la Sexta plaga , las pústulas y tumores , reside en la explicación, de la fuga de gas provocado por los temblores.
Séptima plaga: Lluvía de piedras
“…y Yahvé hizo llover granizo sobre el país de Egipto (…). El granizo hirió cuanto había en el campo en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados.”
Éxodo 9: 23-26
En la Septima, cayeron granizo y fuego. Es el llamado granizo volcánico , mencionado también, en el papiro de Ipuwer.
Octava plaga: Un manto de langostas
“…y Yahvé hizo soplar el solano sobre el país todo aquel día y toda la noche. Y cuando amaneció, el solano había traído la langosta. La langosta invadió todo el país de Egipto (…). Cubrieron toda la superficie del país hasta oscurecer la tierra; devoraron toda la hierba (…); no quedó nada verde ni en los árboles ni en las hierbas del campo en toda la tierra de Egipto.”
Éxodo 10: 13-15
Aquí vemos toda una sucesión en cadena provocada por esa lejana gran explosión volcánica ocurrida en el Volcán Tera y que también provocó la novena plaga:
Novena Plaga: Tres días de oscuridad
“Extendió, pues, Moisés su mano hacia el cielo, y hubo por tres días densas tinieblas en todo el país de Egipto.”
Éxodo 10: 22
Décima plaga: La muerte de los primogénitos
“Moisés dijo: Àsí dice Yahvé: Hacia media noche pasaré yo a través de Egipto; y morirá en el país de Egipto todo primogénito del Faraón que se siente en su trono hasta el primogénito de la esclava encargada de moler, así como todo primer nacido del ganado. Y se elevará en todo el país de Egipto un alarido tan grande como nunca lo hubo, ni lo habrá.”
Éxodo 11: 4-6
Quizás la más difícil de explicar sería la última, la muerte de los primogénitos, pero hay que tener en cuenta dos hipótesis, la primera es que los primogénitos dormían siempre en la planta baja, lo cual facilita la intoxicación por algún tipo de gas; la otra hipótesis, se refiere al envenenamiento de las cosechas, y al ser primogénitos, tenían el derecho de comer el doble.
En cualquier caso, quedaría pendiente cuando Moisés abre las aguas y después las tropas del faraón se ahogan en ellas. Aquí la explicación más sensata puede ser que el recuerdo de los tremendos Tsunamis provocados por la erupción del Tera y que se mezclarían en la historia del Éxodo.
En cuanto al Faraón Ahmosis, tras la expulsión de los hicsos reinaría unos veinticinco años más (veinticinco años y cuatro meses según Manetón), hasta el 1525 a.C, siendo sucedido por su hijo Amenofis. El recuerdo de la salida de los semitas para los egipcios fue motivo de orgullo, aunque siempre conscientes de los terribles sacrificios que causó. Por ello Avaris fue abandonada y se le consideró morada de Set, dios de la guerra y de las enfermedades.
La Biblia se redactó entre los siglos VII y II antes de la era cristiana, por tanto los hebreos ya habían sufrido distintos cautiverios por asirios, caldeos y persas; el recuerdo de su estancia en Egipto se convirtió en lo que actualmente conocemos, es decir, otro cautiverio del que salieron gracias a la ayuda de su poderosa divinidad. Lo que además confirió un fuerte sentimiento de identidad nacional.
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EL REY CONSTRUCTOR
Durante su reinado, Ramsés desarrolló una especie de obsesión por construir templos enormes y espectaculares. No sólo se dedicó a llenar las riberas del Nilo de hermosas y enormes construcciones, sino que también usurpó muchas de ellas a sus predecesores, incluido su padre el gran Seti I.
En sus muchos años de reinado, superó con creces en labor constructora a Amenhotep III, y prueba de ello son algunas grandes obras:
- La ampliación del templo de Abidos, el Oseiron.
- La ampliación del templo de Amón en Tebas, añadiendo un nuevo patio, los pilonos de la entrada y dos obelisco de granito rosa.
- En Karnak terminó la gran sala hipóstila del templo de Amón.
- El templo funerario del Ramesseum.
Los templos en Nubia, entre los cuales los más célebres son sin duda los de Abu Simbel, dedicados a Ra Ptah y Amón, e incluso al propio Ramsés como divinidad; el menor está dedicado a la diosa Hathor.
Estos templos, los trataremos más profundamente en este artículo más adelante.
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LA BATALLA DE KADESH.
Ramsés sin duda también se distinguió por ser un gran guerrero, quizás estratégicamente no daba la talla, junto a figuras como Tutmosis III, pero sin duda con su innegable valentía logró grandes hitos para la historia de Egipto.
Así por ejemplo en el segundo año (1279 ac) de su reinado, tuvo que hacer frente a los Shirdana, uno de esos llamados Pueblos del mar (piratas) que atemorizaron el mediterráneo.
Fue una batalla marítima, en el Delta del Nilo, en la que El faraón derrotó a dichos piratas y logró reclutar para su ejército a muchos de éstos, convirtiéndose incluso en la guardia de Ramsés, destacando por sus yelmos cornudos con una bola proyectada en el medio , sus escudos redondos y sus grandes espadas.
Sus conquistas en Libia, también son recordadas, donde pudo establecer varias colonias y construir fortalezas para vigilarlas, formando una línea defensiva desde Racotis hasta El Alamain.
Pero sin duda, la batalla, pro la que se recuerda a Ramsés II es la que tuvo lugar en el año 5 de su reinado contra una coalición de pueblos, liderados por Muwatallis, rey de los hititas, la otra gran potencia de la zona que rivalizaba con Egipto por el control de Oriente Próximo.
Los hititas de raíces indoeuropeas, se instalaron el centro de Anatolia, consiguiendo un gran poder durante años, hasta llegar a rivalizar y tener que enfrentarse con Egipto.
La plaza de Kadesh, era sin duda un lugar estratégico, en sus alrededores tuvo lugar una de las batallas más estudiadas de la antigüedad, de la que se ha escrito mucho, por lo tanto, solo esbozaremos brevemente algunas peculiaridades de la misma.
Por parte de los hititas, según cálculos, participaban más de 16 estados y provincias entre vasallos y aliados. Se calcula que el rey hitita contaba con dos grandes cuerpos de infantería con un total de unos 40.000 hombres. Los carros de guerra formaban una masa de 2.000 vehículos. Algunos autores estiman que era menor el número de los infantes.
Contra esa coalición marchó Ramsés II al frente de su ejército en el quinto año de su reinado tal y como hemos comentado. Conducía 4 divisiones colocadas bajo el patrocinio de los grandes dioses de Egipto: Amón, Ra, Ptah y Seth.
Cada uno contaba con 5.000 combatientes. También estaban presentes los carros de guerra y la guardia personal. Siguiendo la costa atravesó Canaán y Fenicia, de ahí siguió hacia el valle del río Orontes, antes de ello se estableció comunicación con los “Nearin”, cuerpo de élite formado por soldados asiáticos al servicio de Egipto, que desde hacía unos meses estaba estacionado en las costas de Amurrú (Siria), se les ordenó marchar hacia el interior para coincidir con el ejército frente a Kadesh.
Al llegar a Tal punto, y debido a un engaño Hitita, Ramsés II creyó lejos a las fuerzas enemigas de Kadesh, y se lanzó al combate, cometiendo un craso error a simple vista, pues el ejercito de Muwatallis, estaba muy cerca del emplazamiento.
Así las dos primeras divisiones de Ramsés II y su propio campamento fue presa fácil para los hititas , pero cuando todo parecía perdido, quizás la valentía del Faraón y la llegada al combate.
En el momento culminante del cuerpo de los “Nearin” esos soldados de élite que se presentaban puntualmente al sitio de reunión que el faraón les había fijado, hicieron que Ramsés se recompusiera, logrando a efectos prácticos un empate técnico, por mucho que el Propio Faraón, vendiera a su pueblo y a la eternidad que fue una gran victoria.
Lo cierto es que tal desgaste de fuerzas, hizo que ningún imperio tuviera la posibilidad de conquistar al otro durante décadas, así pues, Ramsés II y el rey hitita Muwatalli firmaron un tratado de paz después de 17 años de sucesivas guerras, en el que se comprometieron a que ni en el futuro ni sus sucesores entrarían mas en conflictos; de hecho el rey hitita puso a disposición de Ramsés el matrimonio con una de sus hijas, con la que se casó y selló un pacto de amistad y de ayuda mutua en caso de enfrentamientos con otros pueblos.
El Caballo y los carros
Vale la pena comentar la historia y la importancia del caballo y los carros de guerra tan visibles e importantes en la batalla de Kadesh.
El empleo más primitivo del caballo, en la guerra, parece ser que fue enganchado en un carro de combate. Los caballos fueron domesticados en el Neolítico, pero al inventarse la rueda, en los albores de la civilización, comenzó a utilizarse al caballo como animal de tiro. Cuando el carro se perfeccionó tuvo enorme impacto en su época, revolucionando con su movilidad y eficacia el arte de la guerra. Por añadidura, en el terreno civil, se convirtió en símbolo de las clases pudientes de la sociedad.
Parece que fueron los hicsos los primeros en emplear carros de guerra tirados con caballos, precisamente en una invasión que realizaron en Egipto, alrededor del 1800 antes de J.C.
Los egipcios no utilizaban los carros pues disponían de otros medios de transporte como los asnos y, sobre todo, los barcos ya que la navegación por el Nilo, su vía principal de comunicación, era la más usada para el transporte de personas y mercancías. Tampoco criaban caballos. Tras esta invasión y en sucesivas campañas, el faraón Thut-mose I se impuso la necesidad de apropiarse de los carros enemigos, así como de los caballos de tiro.
En un momento de la historia de Egipto, durante el reinado de Thutmosis I, los carros de combate y los caballos llegaron a ser más valiosos que el propio oro, por eso sólo el faraón podía acceder a ellos.
Por su parte, los egipcios aprendieron su manejo y perfeccionaron el carro de guerra. Las ruedas eran ya radiadas, en vez de macizas y en las campañas militares llevaban repuestos. Era normal que los carpinteros acompañaran a los ejércitos en sus campañas para reparar o sustituir las partes del carro que se dañaban. Los carros de combates se podían desmontar por piezas y ser transportados por barco o a lomos de asnos, ya que los egipcios no utilizaban el camello, y ser montados en los lugares de batalla.
Bajo el reinado de Ramsés II existían dos tipos de guerreros, los pertenecientes a la infantería y los carristas, cargos que se heredan de padres a hijos.
Los carristas solían pertenecer a la clase social de los terratenientes. Las unidades de carros se anexionaban a los cuerpos del ejército, de quienes dependían, en una proporción de 25 carros por cada compañía. Había tres tipos de carros: de combate y, otros más ligeros y veloces: el dedicado a las comunicaciones y otro para exploración.
Los carros egipcios tenían el eje en el extremo posterior y su trocha era mucho mayor que el ancho del vehículo, lo que los hacía casi involcables y capaces de girar fácilmente y cambiar de dirección en poco tiempo.
Estaban tripulados por dos hombres un seneny(arquero) y el conductor, kedjen, que además debía proteger al arquero con un escudo. Un soldado de infantería corría tras el vehículo, armado con escudo y una o dos lanzas. Este soldado debía rematar a los heridos, para que no quedaran enemigos vivos a sus espaldas.
En la batalla de Kadesh, Ramsés venció a los hititas utilizando carros de guerra con guerreros dotados de arcos de largo de largo alcance.
Los caballos que Ramsés II condujo en su carro en la batalla de Kadesh y que le llevaron a la victoria, parece que se llamaban Mut y Victoria y era tanto era su admiración por ellos que se hizo un anillo en el que ambos están representados dejando para la eternidad la importancia de los equinos en el mundo de la guerra para los antiguos, y aquí en particular el amor de Ramsés por sus dos fieles compañeros de batalla.
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NEFERTARI
La Gran Historia de amor de Ramsés II y Nefertari, una historia de las más poderosas, superando a mi entender a las de Cleopatra y Marco Antonio, Romeo y Julieta, los Amantes de Teruel o cualquiera posterior.
Y no sólo por el hecho de que esta historia de amor tan grande no acabara en tragedia tal y como ocurre con Romeo y Julieta o tantas otras, ni siquiera por el bello y gran regalo que Ramsés hizo a su amada al construir estos templos; no, la razón de su grandeza reside en que su amor venció a todo, construyó un imperio inigualable y que después de más de 3.200 años su amor es recordado.
Se dice que el amor es sólo una distracción, un freno, para los verdaderos objetivos que se han de tener en la vida. Sin duda un Marco Antonio desenamorado podría decir bajo experiencia esa frase, incluso Cleopatra o tantos otros que sólo pudieron elegir entre amor u otras cosas como gloria, dinero o poder, y normalmente en esas grandes historias de amor siempre elegían el amor y un final trágico. Pero Ramsés no era un simple humano, por supuesto que no, era un dios, un dios hecho carne y que no sólo el amor no le detuvo en sus objetivos, sino que le empujó a ser el faraón que todos conocemos hoy.
Probablemente sin Nefertari, Ramsés, no hubiese sido el mismo ni probablemente hubiera conseguido lo que consiguió.
Desconocemos a ciencia cierta los orígenes de Nefertari, se ha llegado a especular con que era Nubia o de procedencia sureña Egipcia. De igual manera desconocemos su linaje y su fecha exacta de nacimiento. Algunos Egiptólogos, a partir de alguna pista encontrada en su tumba, están convencidos que tenía algún parentesco con el faraón Ay de la XVIII, de quien podría ser bisnieta.
El primer testimonio de Nefertari, lo encontramos en tiempos del faraón Seti I, quien dejó en herencia a su hijo Ramsés II un país que gobernar y también un fabuloso harén, integrado por las más espléndidas mujeres de la época. Convirtiéndose enseguida en la Primera mujer de Ramsés II, en detrimento de Isis-Nefert, su primera mujer
Para entonces, Nefertari, de apenas 15 años, ya había alumbrado a su querido primogénito Amón-Her-Jepesh-Ef. Tras él, llegarían tres varones más y dos hijas, las cuales también serían reinas gracias al matrimonio con su propio padre.
Nefertari no se limitó a ser un simple objeto de decoración al lado de su esposo y ocupó los más de 20 años que el destino les concedió juntos en labores de Estado, como las diplomáticas, o en relevantes ceremonias religiosas, donde asumió un papel protagonista propio de grandes sacerdotes.
Así pues, Nefertari no fue sólo la esposa bien amada de su rey. Fue una verdadera mujer de estado, que propició el cese de hostilidades entre Egipto y el I imperio Hitita con sus cartas de paz. El resultado fue el conocido como “Tratado de paz perpetua” (Tratado de kadesh). Conocida en aquellos lugares como la reina Naptera (una deformación de su propio nombre), propiciaría la paz entre las dos potencias del momento, papel que la acabaría de consagrar al lado de su amante marido
El faraón valoró con generosidad el buen hacer de su favorita, no tardó en elevarla a la categoría de diosa, concediéndole la gracia de Nefert-Ary Merit-En-Mut, en clara identificación personal con Mut, la amada esposa del todopoderoso dios Amón. Asimismo, Ramsés II le concedió el título de Señora de las Dos Tierras, hecho inusual que permitió a Nefertari ser regente de Egipto en ausencia de su esposo.
Lo cierto es que el faraón siempre la trató como un igual en diferentes eventos de la vida social y religiosa de Egipto.
Los epítetos elogiosos con los que el mandatario obsequió a su mujer tuvieron su plasmación en el extraordinario templo que le dedicó –junto a la diosa Hathor– en Abu Simbel (Egipto), llamado «Pequeño Speos». En los nichos de la fachada aparecen colosales figuras de Nefertari de un tamaño similar a las del propio faraón.
Por otra parte, Ramsés II ordenó construir en el Valle de las Reinas el sepulcro más bello jamás concebido para una esposa real, pues decidió que su cuerpo mortal pasaría junto a ella al reino sobrenatural para vivir unidos el resto de la eternidad.
Nefertari falleció en torno a 1250 a.C., sepultada con honores dignos de una deidad egipcia.
Nefertari tuvo al menos seis hijos con Ramsés II, aunque pudieron ser más. Sus nombres fueron:
Amenhirjopshef. Su nombre de nacimiento fue Amenheruenemef, y era el primogénito de Ramsés II. Nació al menos cuatro o cinco años antes de que su padre fuese coronado. Ostentó el título de General de los Ejércitos, y gozó de gran importancia hasta su muerte, entre los años 26 y 31 del reinado de su padre.
Paraheruenemef. Era el tercer hijo varón de Ramsés II, y el segundo de los nacidos de Nefertari. Participó en la Batalla de Kadesh, y fue condecorado como Valiente del Ejército y llegaría a ser el Primer Oficial de Carros. Murió joven, en torno a los años 20 a 28 del reinado de su padre.
Meritamón. La cuarta de las hijas del faraón. Era la viva imagen de su madre,al desaparecer ésta se casó con su propio padre y fue gran esposa real. Heredó muchos de los títulos de Nefertari, y además fue cantora del templo de Amón y sacerdotisa de Hathor. Se cree que murió a finales del largo reinado de Ramsés II.
Meriatum. Nació cuando su padre ya era faraón, y fue el sexto hijo varón. Existen pocos vestigios de él, pero parece ser que llegó a ser Sumo Sacerdote de Ra en el templo de Heliópolis y que murió en el año 47 de Ramsés II.
Merira. El undécimo varón. No sabemos qué cargos llegó a desempeñar, aunque aparece junto a su madre y a sus hermanos en Abu Simbel y en otros pocos lugares. Parece ser que murió en torno a los años 26 a 36.
Henuttauy. Fue otra de las hijas que se casaría con su padre a la desaparición de Nefertari. Sin embargo, al contrario que su hermana, la bella Meritamón, no fue gran esposa real. Sería enterrada en el Valle de las Reinas en la tumba QV73
Nefertari II. Ignoramos si la madre de esta princesa fue la propia Nefertari, o quizás alguna de sus hijas que más tarde se casarían con Ramsés II.
Vemos como ninguno de sus hijos de Nefertari sobrevivió al padre, impidiendo de esta manera que la sangre de Nefertari reinara de nuevo en Egipto gracias a alguno de sus vastagos.
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POEMAS PARA NEFERTARI
Nefertari Merit-en-Mut, que significa “la más bella de todas”, Provocó en Ramses II tal torrente de Amor y admiración, que sus alabanzas a su amada, nos ha llegado en forma de versos y poesías que encontramos por todo Egipto.
La belleza y sentimiento escondido en esas alabanzas que Ramsés II dedicó a su compañera, su hermana de vida, muerte y resurrección, es digna de leer y recitar.
En Abu Simbel, Encontramos una inscripción, Nefertari “aquella por quien el sol brilla”
Las inscripciones encontradas que le hacen referencia la nombran de varias formas. Gran Esposa Real y Dama de las Dos Tierras cuando se alude a su rol monárquico, o esposa y madre de dios por ser esposa de Ramsés y madre de su primer hijo. También se la describe como Dama Adorable, Digna de Alabanza, Hermosa de Rostro y Dulce Amor, en lo que parecen alabanzas del propio Ramsés II.
Por la que brilla el Sol; el título más hermoso que poseyó, único en la historia egipcia, y símbolo del amor de Ramsés II por su esposa.
Pero Nefertari no fue una esposa más, sino una auténtica mujer de estado que eclipsó a las otras mujeres del faraón, quien dejó testimonio eterno de su amor por ella en el poema que adorna las paredes de su tumba, una de las declaraciones de amor más antiguas de la historia:
“Mi amor es único, no puede tener rival; ella es la mujer más bella que ha vivido. Cuando pasa roba mi corazón y se lo lleva”.
A continuación, dos de los poemas más bellos y según la tradición escritos por el mismo Ramsés II a su amada, dejando claro que era un tipo de amor que traspasaba lo visible y lo invisible.
Princesa llena de gracia.
Dama de la ternura rebosante de amor.
Señora de las dos tierras.
Poetisa de la bella apariencia.
Favorita del harén del señor de palacio.
Todo lo que tú digas se hará para ti.
Todo será hermoso según tu deseo.
Todas tus palabras traen alegría al rostro,
por eso los hombres gozan al oír tu voz.
Pero sin duda, la poesía más bella, y que deja más a las claras el amor eterno de Ramsés II hacia Nefertari, es el siguiente:
La única,….la amada sin par
la más bella de todas…mírala…
Es semejante a la estrella fulgente…
al comienzo de un año feliz.
Ella es resplandeciente de
perfección…radiante su piel
y encantadores sus ojos
cuando miran.
Dulce es el habla de sus labios
sin decir palabra inútil
largo es su cuello y luminosos sus pechos
con una cabellera de auténtico lapislázuli.
Sus brazos superan el esplendor del oro
y sus dedos como cálices de loto.
Lánguidos son sus muslos
y estrecho su talle.
Sus piernas soportan su belleza
su grácil paso roza los suelos
y con sus movimientos captura mi corazón.´
´Oh, mi sabroso vino…. mi dulce miel tu boca…
tus palabras me deleitan
tus labios…. tus besos me enloquecen
ven, mi amada hermana´.
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EL TEMPLO DE ABU SIMBEL
El Templo de Abu Simbel es considerado una de las maravillas de la humanidad y uno de los grandes misterios de la historia antigua. En primer lugar, se ha pensado y escrito mucho sobre las razones que llevaron a Ramsés II y sus arquitectos escoger este sitio tan lejano de la metrópolis Luxor o de la capital militar Tanis, para construir esta maravilla.
Algunos argumentos explican que la existencia de este monte con sus dimensiones es la que animó a construir el templo. Otros expertos indican que fue debido al hecho de que Nefertari, esposa de Ramsés II, era Nubia y quiso hacerle un regalo de Amor eterno, pero la mayoría de egiptólogos coinciden en que el templo fue más bien erigido para hacer ver a los vecinos del Sur que Egipto era tan poderoso que podía realizar esas obras impresionantes.
Así es como una ratificación del Poder de Ramsés II, una prueba de Fuerza ante sus posibles enemigos.
La construcción del templo se inició aproximadamente en el 1284 a. C. y duró unos veinte años, hasta el 1264 a. C. El complejo de Abu Simbel, está compuesto por dos templos. El mayor, dedicado a Ra Ptah y Amón. En la roca de la fachada se esculpieron cuatro estatuas colosales que presentan al faraón Ramsés II. El templo menor está dedicado a la diosa Hathor, personificada por Nefertari, esposa favorita de Ramsés.
El templo mayor de Abu Simbel está considerado como uno de los más bellos de todos los edificados durante el reinado de Ramsés II y uno de los más hermosos de Egipto.
La fachada del templo mayor tiene 33 metros de altura por 38 metros de anchura y está custodiado por cuatro estatuas sedentes, cada una de las cuales mide unos veinte metros de altura, esculpidas directamente sobre la roca. Todas las estatuas representan a Ramsés II, sentado en un trono con la doble corona del Alto y Bajo Egipto.
Con estas dimensiones el ser humano se siente insignificante al lado de estas colosales estatuas.
Pero a pesar del gran logro que significa esta construcción, desde el principio, tuvo una mancha un fallo, la estatua situada a la izquierda de la entrada resultó dañada por un terremoto, partiéndose y descabezando a una de las colosales estatuas de Ramsés, esta parte superior del cuerpo de Ramsés, yacía hundida a escasos metros de su desmoronamiento, exactamente tal y como está hoy en día.
Además se pueden ver también numerosas estatuas de menor tamaño a los pies de las cuatro estatuas principales; representan a diversos miembros de la familia del faraón como su madre, su esposa y algunos de sus descendientes.
La parte interior del templo tiene una distribución similar a la mayoría de los templos del antiguo Egipto, con salas de tamaño menor a medida que nos acercamos al santuario.
Pero lo realmente prodigioso es el fenómeno que sucede en el templo durante los días 21 de Marzo y 21 de Septiembre a las 5 horas y 58 minutos. Los rayos del sol se adentran unos 60 metros dentro del templo y alumbran con un halo las caras de los grandes dioses Amón, Ra, y Ramsés. La cara del dios Ptah no se ilumina nunca al ser considerado el dios de la oscuridad. Algo sorprendente, ya que el dominio de las matemáticas y del conocimiento del universo debe de ser grande para poder ejecutar dicha obra.
El templo menor, tal y como su nombre nos indica, es de proporciones menores a las del gran templo de Abu Simbel, está situado al norte del mayor, pero ambos tienen la entrada mirando hacía lo que es hoy el lago Nasser. Está también excavado en la roca y dedicado a Hathor, diosa del amor y la belleza, así como a su esposa favorita, Nefertari.
La fachada está decorada con seis estatuas, cuatro de Ramsés II y dos de Nefertari. Las seis son de igual tamaño, algo poco corriente ya que las estatuas que representaban al faraón solían ser de mayor tamaño, pero parece ser que con este acto de amor a su esposa quería hacer ver al mundo que su amor hacia Nefertari tenía un poder más grande que los cánones de la época y el dictado teológico en el cual el Faraón era un Dios.
La entrada conduce a una sala con seis columnas centrales, esculpidas con capiteles decorados con la cabeza de la diosa Hathor.
La sala Este contiene algunas escenas que muestran a Ramsés y su esposa ofreciendo sacrificios a los dioses. Tras esta sala se encuentra otra que muestra escenas similares. Al fondo del templo se halla el santuario que contiene una estatua de la diosa Hathor.
Sorprendentemente, con el paso del tiempo el templo, abandonado, comenzó a llenarse de arena lo cual quizás nos da una pista para entender el devenir de la Historia de Egipto y dar más importancia si cabe a Ramsés II, ya que en épocas posteriores, seguramente, poco a poco el control de esta zona tan alejada del centro Político-Religioso del antiguo Egipto, fuese descuidada.
Cerca del siglo VI a. C. la arena cubría las estatuas del templo principal hasta la altura de sus rodillas. Abu Simbel quedó olvidado hasta que en 1813 el suizo J.L. Burckhardt lo visitó y se quedó maravillado de aquel colosal templo.
Burckhardt comentó su descubrimiento al explorador italiano Giovanni Belzoni, quien viajó al lugar pero fue incapaz de excavar una entrada que permitiera el acceso al templo. Belzoni regresó en 1817; esta vez tuvo éxito y consiguió entrar. Se llevó todos los objetos de valor que pudo transportar, sin duda una imagen de aventura pura y dura, ¿qué pensarían de este descubrimiento el famoso Belzoni o el propio Burckardt al poder admirar impresionados está maravilla de la humanidad? Sin duda pudieron ser unos pensamientos y sensaciones tan excitantes o más que los que tuvo Howard Carter al poder descubrir la famosísima tumba de Tutankamon.
Así, ante este nuevo despertar del templo, la Humanidad ganó este gran descubrimiento, pero tras un siglo y medio prácticamente de su nueva vida, el templo se enfrentaba de nuevo al olvido, y quizás en esta ocasión a la destrucción provocada por el lento deterioro que las aguas podrían ejercer.
La construcción de la Gran Presa, también amenazaba a este templo, así que por fortuna en 1959 se inició una campaña internacional de recogida de fondos para salvar los monumentos de Nubia ya que algunos de ellos estaban en peligro de desaparecer bajo el agua, como consecuencia de la construcción de la presa de Asuán.
El salvamento de los templos de Abu Simbel se inició en 1964 y costó la suma de 36 millones de dólares.
Entre 1964 y 1968, los templos se desmantelaron para volver a ser reconstruidos en una zona próxima, 65 metros más alta y unos doscientos metros más alejada.
Dentro del templo mayor se pueden ver, especialmente los fragmentos de la batalla de Kadesh, con un imponente Ramsés junto con su león, en plena batalla, la cámara en la que están los cuatro dioses y en las que los rayos del sol se adentran unos 60 metros dentro del templo y alumbran con un halo las caras de los grandes dioses Amón, Ra, y Ramsés dejando en la oscuridad al dios Ptah, es cuando menos inquietante.
Más allá de perpetuar el amor que sentía hacia Nefertari, el objetivo de dichos templos era acongojar a los enemigos del Sur, a los correosos Nubios y dejar claro que eso ya era territorio de los Faraones, territorio del Gran Ramsés II , capaz de hacer semejante construcción.
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TUMBA DE NEFERTARI
La Tumba de Nefertari es sin duda alguna la joya del Valle de las Reinas, y está emplazada justo al lado de la tumba de Tuya, madre de Ramsés II, dejando claro los sentimientos de amor hacia esas dos mujeres que sentía Ramsés II.
La tumba fue descubierta en 1904 por Ernesto Shiaparelli y fue restaurada en 1922. El excepcional estado de conservación de sus pinturas y su belleza indiscutible, hacen sin duda de ese lugar algo casi mágico.
Encontramos en las pinturas a Nefertari junto a los dioses de la eternidad, en otras pinturas vemos como se representa el viaje de la reina hacia el Más Allá, un viaje plasmado pictóricamente en la parte izquierda de la tumba, para luego renacer en un viaje hacia la luz del sol o Re, que está representado a la derecha de la misma.
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LA MOMIA DE RAMSÉS II
Tras una vida larga, y probablemente vivir unas últimas décadas amargas y dolorosas, andaba encorvado y tenía deformaciones en la columna vertebral debido a la artritis. Tenía también afecciones en las encías (gingivitis). Sus dientes estaban en muy mal estado y tenía abscesos dentales. En el momento de su muerte tenía una importante infección que con seguridad le provocó fuertes dolores los últimos días de su vida.
El gran Ramsés II, dejaba el mundo de los vivos para morar en la KV7 y alcanzar ese más allá.
Pero las aventuras de Ramsés no acabaron con su muerte, en 1881, Gaston Maspero y H. Brugsch descubrieron, gracias a la indiscreción de un traficante de antigüedades, que en los acantilados de Deir-el-Bahri, ubicado en el Valle de los reyes, a unos 60 metros de altura, en las paredes rocosas había una cavidad que albergaba uno de los mayores tesoros de la arqueología.
Los sacerdotes de la dinastía XXI habían trasladado al Valle, un lugar más seguro, a prácticamente todos los reyes de la dinastía XVIII y XIX, Tutmosis I, II y III, Amenofis I, Ramsés I, II y II, Hapsthesut, además de princesas y dignatarios.
Fue en este momento, cuando Ramsés II volvió del más allá para presidir como rey de reyes el museo del Cairo.
Pero Al parecer en 1976 la momia de Ramsés se estaba deteriorando y el gobierno egipcio llega a un acuerdo con el Museo del Hombre de París para que un equipo de más de 200 científicos de ambos países examine minuciosamente la momia del viejo faraón.
Y así comenzó un extraordinario viaje de la Momia de Ramsés II hacia París y una nueva oportunidad para la eternidad. Con pasaporte egipcio de rey fallecido. Se cuenta que la avioneta especial para transportar al más grande de los faraones de Egipto se dio la vuelta antes de abandonar el Cairo, para ofrecer al faraón una visión de la tierra que nunca había dejado hasta aquel entonces.
La momia llegó a la capital francesa el 26 de septiembre de 1976 con todos los honores de un alto dignatario. Posteriormente fue examinada y tratada en un laboratorio especialmente preparado para ello. Los investigadores galos querían arrancarle su último secreto sometiéndole a un completo examen médico.
Lo que 3000 años de sueño en el desierto no habían conseguido, lo hizo en poco tiempo el húmedo aire del museo.
El resultado del estudio, fue demoledor, el cadáver estaba infestado por 89 tipos de hongos altamente tóxicos que fueron tratados con doce horas de rayos gamma de cobalto 60, sin dañar a la momia. Sometido a exámenes de radiología, xeroradiología, cromodensitografía, endoscopia, bacteriología, palinología, paleobotánica, se concluyó que el causante del deterioro era la Daedalea biennis Fries, un hongo altamente tóxico.
Los científicos redactaron un informe de más de 400 páginas sobre el hombre que un día fue llamado gobernante del mundo.
En el estudio se observó que murió con 90 años, que tenía la habitual capacidad de una persona de esa edad avanzada, ligeramente cojo, con signos de arteroesclerosis, espondilitis anquilosante, periodontitis, las cuales lo habrían afectado las últimas dos décadas de vida. La conclusión es que murió por intoxicación en la sangre debida, en buena parte, a un absceso dental purulento.
Quizá los franceses quisieron con ello compensar la villanía cometida por Napoleón III quien consiguió uno de los obeliscos del templo de Luxor a cambio de un reloj francés, que nunca llegó a dar la hora en el Cairo.
Actualmente el Gran faraón descansa para la eternidad en la Sala de las Momias Reales del Museo del Cairo.
Pero Como siempre Ramsés II no se conformaba con eso, no, él siempre debe sobresalir y hacer tambalear en este caso, a la Historia que conocemos. El Laboratorio de Fanerogamia comunicó que la momia tenía en su interior, fragmentos de Nicotina tabacum, Planta del Tabaco o Hierba de Nicot, que por todos estos nombres se le conoce.
Este descubrimiento, extremadamente sorprendente e inesperado, fue reconfirmado, cuando se realizó microanálisis de los alcaloides; se encontró también nicotina.
Según conocemos, la nicotina, había sido traída a Europa desde América por los marinos de Cristóbal Colón, entre otros muchos productos. Allí conocieron que, los indios americanos, conocían y fumaban el tabaco (la famosa pipa de la paz o calumet).
El Prof. Paris, de la Facultad de Farmacia de París, corroboró a su vez todos los hallazgos: Nicotiana tabacum + Nicotina + insectos parásitos de la planta del tabaco. Todo esto nos lleva a pensar, que los antiguos egipcios conocían el tabaco, pero más que fumarlo, lo pudieron utilizar en razón de sus propiedades insecticidas, mejor dicho, para ahuyentar a los insectos. No existe evidencia que lo fumasen.
¿Se utilizaba en el proceso de momificación? ¿Durante el embalsamamiento de los cuerpos, se quemaba tabaco para repeler a los insectos? Realmente aún no lo sabemos; tendremos que continuar investigando esta materia pendiente que deja tantas preguntas en el aire, que podrían dar un vuelco a la historia tal y como la conocemos.
Si quieres conocer aún más sobre la vida e historia de este gran personaje de la historia, puedes escuchar la sección Más Allá de la Historia en la que hablamos de la vida de Ramses